sábado, 15 de marzo de 2008

Política Forestal

Hacia una definición de país forestal: ¿Dónde se sitúa Chile?

Pablo J. Donoso (pdonoso@uach.cl), Profesor Auxiliar, Instituto de Silvicultura, Universidad Austral de Chile, Isla Teja s/n, Valdivia, Chile. Fono 56-63-21-21189

Luis A. Otero (lotero@uach.cl), Investigador Centro Estudios Transdisciplinarios y Ambientales (CEAM), Universidad Austral de Chile, Isla Teja s/n, Valdivia, Chile. Fono 56-63-2i5309


RESUMEN

Entre mediados de 1800 y mediados de 1900 se estima que Chile perdió al menos la mitad de los bosques por distintas causas, aunque principalmente por la apertura de tierras para la agricultura y la ganadería. Este período de destrucción indiscriminada de los bosques corresponde a lo que se considera la primera Etapa o “fase de Explotación” de los recursos, en la clasificación establecida por Kimmins, para el nivel de desarrollo forestal de los países. Esta fase terminó luego de la última gran destrucción de bosques en Aysén, a mediados del Siglo XX. Luego Chile entró en una segunda etapa denominada de “fase de Regulación”, con la creación por parte del Estado, de las bases de la institucionalidad y la industria forestal chilena, en donde son ejemplos emblemáticos la creación de la Corporación Nacional Forestal, el Instituto Forestal, y las empresas Arauco, Constitución e INFORSA. En esta Etapa también aumentan las leyes y reglamentos asociados a la actividad forestal. La tercera etapa corresponde a la “fase de “Desarrollo Forestal Sustentable”. La que debe cumplirse las siguientes características a) una gran parte de la población deb ver mejorada su calidad de vida a través de los bienes y servicios provenientes de los bosques; b) existe una institucionalidad fuerte, tanto pública como privada, que resguarda el cumplimiento de normas modernas que regulan el buen manejo de plantaciones y bosques nativos, y; c) las plantaciones y los bosques nativos son cuidadosamente manejados, de modo de conservar o mejorar la biodiversidad, la productividad y los servicios ecosistémicos que éstos proveen. En este artículo analizamos cada uno de estos temas y concluimos que en su conjunto estas condiciones no se cumplen en Chile. El desafío es entonces es conducir el modelo forestal chileno hacia mayores niveles de sustentabilidad, particularmente en lo ambiental y social, para poder decir que Chile es realmente un “País Forestal” .


SUMMARY

Diverse reasons, but mainly land clearance for cattle and agriculture, have caused a lost of almost half of the forests in Chile since the XVI century. The period of destruction and indiscriminate exploitation of the forests corresponds to a first Stage proposed by Kimmins (1) to describe the level of forest development, and in Chile could be illustrated by the end of the last great destruction of forests in Aysén, during the middle part of the XX century. Chile entered into a second Stage of forest development (Regulation) with the creation of the first forestry institutions, exemplified by the Corporación Nacional Forestal, Instituto Forestal, and industries, such as Arauco, Constitucion and INFORSA. During this stage also the laws and regulations associated to forestry activities increased. For a country to enter into the third Stage, Sustainable Forest Management, we propose that three conditions must be met: a) a great proportion of the population must improve their quality of life through the goods and services provided by the forests; b) strong public and private institutions should safeguard the good management of plantations and native forests, and; c) plantations and native forests are carefully managed so as to conserve or improve their biodiversity, productivity and ecosystem services that they can provide. In this article each of these issues is analyzed, and we conclude that these conditions are not met in Chile. Thus, the challenge is to move the Chilean forest model towards greater levels of sustainability, particularly in social and environmental matters, in order to call Chile a developed nation from a forestry perspective.


INTRODUCCIÓN

Una característica de las naciones nuevas es la apertura de tierras para la agricultura, sobre la base de la corta de bosques, la evolución posterior con respecto al tipo de uso de los bosques y la relación de estos bosques con la sociedad ha sido variable. Kimmins (1) señala que la evolución forestal de los países generalmente se puede explicar en cuatro etapas, desde la mas primitiva de explotación hasta una superior, caracterizada por un uso de los bosques altamente responsable, tanto desde el punto de vista ecosistémico como social (Cuadro 1). A nuestro juicio la clasificación de Kimmins (1) facilita un análisis de la evolución forestal de Chile, y particularmente de la situación actual del sector forestal.

En la primera mitad del siglo XIX y mediados del Siglo XX, Chile se caracterizó por el aumento poblacional, la subdivisión de tierras y la destrucción de grandes extensiones de bosques para el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Esta es la Etapa de Explotación (Cuadro 1), y puede considerarse que culmina con la destrucción de cerca de 3 millones de ha , producto de la colonización de Aysén. Es tal vez la promulgación de la Ley de Bosques, en 1931 y que no se aplicó realmente hasta la segunda mitad del siglo, el primer anuncio de una transición hacia la Etapa 2. la que consiste en la Esta “Regulación” de las actividades forestales, y que se fortalece con la promulgación del Decreto Ley 701 de fomento forestal (1974), con el establecimiento de la Tipología Forestal (4), y el Decreto Supremo 259, que establece regulaciones para la corta en bosque nativo. Adicionalmente se comienza a formar la institucionalidad forestal del país, con la creación de las primeras escuelas de ingeniería forestal en los años 50, y con posterioridad de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), el Instituto Forestal (INFOR), y del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), aunque este último aun no tiene un cuerpo legal que lo respalde. Durante esta Etapa de Regulación, a partir de la segunda mitad del Siglo XX, también hay un aumento notable de la participación de pino insigne (Pinus radiata) en la producción anual de madera aserrada (de un 3% en los años 30s a un 85% durante los últimos años), y la inversión del Estado en forestación y en la creación de las plantas de celulosa en los años 60 y 70, en Arauco, y Constitución Por lo tanto en esta segunda etapa el Estado se constituye en el pilar del crecimiento del subsector de plantaciones con pino insigne, primero en forma directa y luego, con la promulgación del DL 701, en forma subsidiaria.

Terminado el Siglo XX, Chile posee un sector forestal asimétrico: cuenta con 13,44 millones de hectáreas de bosques nativos y 2,12 millones de hectáreas de plantaciones (5), donde las primeras están parcialmente protegidas en el SNASPE pero mayoritariamente sometidas a cosechas no controladas de maderas, cuyo destino es principalmente la leña, mientras que las plantaciones (pino y eucalipto) son la base de un subsector económico forestal que ha crecido rápidamente, que representa un 3,5 % del Producto Interno Bruto Nacional y un 13% de las exportaciones. Durante la última década ha habido cambios importantes en el sector forestal, incluyendo el que algunas empresas han optado por el manejo sustentable impulsadas especialmente por la certificación forestal que promueve el Forest Stewardship Council (FSC) (7), iniciativas de conservación o protección privada, y refinamiento y diversificación de productos, entre otras.

Desde hace un par de décadas los empresarios de la madera y sucesivos gobiernos a través de sus instituciones forestales, han acuñado la expresión de “Chile, País Forestal”. En este artículo queremos analizar críticamente si Chile, a la luz de su situación forestal actual en aspectos económicos, sociales e institucionales, tiene los méritos suficientes para autocalificarse como País Forestal, y para ello nuestro énfasis está en observar el sector desde una perspectiva de desarrollo (la realización de un mayor y más completo potencial), y no sólo de crecimiento (incremento en tamaño por medio de crecimiento material) (sensu, 6), que es la tendencia dominante de la economía actual. Es decir, sugerimos que además de poder mostrar cifras exitosas con respecto al crecimiento del subsector plantaciones y de superficies de bosques , se debe analizar si dicho crecimiento se condice con el mejoramiento de las condiciones sociales y ambientales del entorno donde ocurren las actividades forestales.

Para ello se plantea que para que legítimamente un país pueda denominarse País Forestal, debe haberse alcanzado la Etapa 3 de Manejo Forestal Sustentable de Kimmins (o similarmente deben satisfacerse los indicadores de manejo forestal sustentable del Criterio 7 de la Declaración de Santiago), lo que a nuestro juicio se puede simplificar en los tres siguientes grandes requerimientos:

a) una gran parte de la población, que vive en las zonas forestales del país, ve mejorada su calidad de vida a través de los bienes y servicios provenientes de los bosques;

b) existe una institucionalidad fuerte tanto pública como privada (ONGs, asociaciones de propietarios, grupos científicos, etc.) que resguarda el cumplimiento de normas modernas que regulan el buen manejo de plantaciones y bosques nativos, así como la conservación de estos últimos.

c) las plantaciones y los bosques nativos son cuidadosamente manejados de modo de conservar o mejorar la biodiversidad, la productividad y los servicios ecosistémicos que éstos proveen.

El esquema sugerido por Kimmins esapropiado debido a que considera no sólo aspectos relativos a la sustentabilidad de prácticas ambientales a nivel de bosque e industria, sino que también incorpora una etapa de desarrollo forestal superior, llamada Forestería Social, en la cual además de un buen uso de los bosques, los intereses sociales y de comunidades locales son fuertemente considerados para definir el tipo de desarrollo forestal que se quiere. Esta aproximación al análisis de la sustentabilidad forestal de Chile es consistente con el Criterio 7 de la Declaración de Santiago, que siguió al Proceso de Montreal, y que fue firmada por Chile junto a 11 países de zonas templadas (excluido Europa que había firmado el llamado Proceso de Helsinki), la cual considera una serie de indicadores ambientales, sociales, institucionales y económicos para evaluar el manejo forestal sustentable de los países signatarios.

REQUISITO1: LA CALIDAD DE VIDA DE LA POBLACIÓN EN LAS ZONAS FORESTALES

Una de las mayores contradicciones del sector forestal chileno es que mientras ha habido un crecimiento notable de las exportaciones forestales a partir de plantaciones de pino y eucalipto principalmente distribuidas en las regiones VIII y IX (8, 9), la población de esas Regiones no ha visto mejorada su calidad de vida. Durante el rápido proceso de expansión de las plantaciones (principalmente durante los 70’s y 80’s) ocurrieron problemas de migraciones, crecimiento explosivo de pueblos bien establecidos, y de desempleo (10). En la actualidad la actividad forestal en Chile se concentra desde las regiones VII hasta X, y son justamente estas cuatro regiones las que tienen los Indices de Desarrollo Humano (IDH) más bajos (11). Según datos del gobierno (12), entre 1990 y 1998 las Regiones VIII y IX han sido aquellas con mayor cantidad de pobres (40,5% en promedio en 1990 y 27,3% en promedio en 1998) e indigentes (15,2% promedio en 1990 y 8,5% promedio en 1998). De acuerdo a la misma fuente, la relación entre pobreza y distribución del ingreso es evidente de acuerdo al Coeficiente de Gini: en 1998 las regiones VIII y IX presentaban las peores condiciones de distribución del ingreso en Chile. Por áreas particulares, la IX Región es aquella con un menor porcentaje de gente que recibe salud entre regular y muy mala (41,7%), y en educación, las Regiones VII, X y IX son aquellas con mayor porcentaje de población entre 4 y 17 años que no asiste a un establecimiento educacional. Más aún, la VIII Región, que concentra las mayores superficies de plantaciones de especies exóticas, es también la más pobre y aquella con el porcentaje de población rural indigente más alto del país. Luego de la VIII Región, la IX Región es aquella de mayor actividad forestal en Chile y de mayor concentración de población Mapuche. Los Mapuche en esta Región perciben la mitad de los ingresos y sus IDH en todos los aspectos son inferiores que la gente no Mapuche (15). Adicionalmente, en la actualidad existen severos conflictos entre empresas forestales o agrícolas y comunidades Mapuche por reclamos relativos a propiedad de tierras (16).

Aunque sería injusto atribuir los problemas señalados exclusivamente al sector forestal, los datos señalados sugieren al menos que éste no ha contribuido a mejorar la situación socioeconómica de los habitantes de estas regiones, ni siquiera a nivel rural. Para ilustrar, entre los años 1987 y 1996 las regiones VII, VIII y IX, además de la III, fueron las que registraron peores índices de superación de la pobreza (17) En cambio, las exportaciones durante el período fueron en ascenso (18). Esto se explica, entre otros factores, por los bajos sueldos de los trabajadores, factor que justamente ha ayudado a traer capitales al sector forestal chileno (17b).

En el aspecto cultural, al compararse Chile con una potencia mundial forestal como Suecia (probablemente un país en la Etapa 4 de Forestería Social de Kimmins), cuyas exportaciones forestales son cinco veces superiores, hay varios datos que reflejan diferencias con respecto al uso de los bosques por parte de la ciudadanía. Con respecto a Chile, en Suecia: a) es mucho mayor el consumo de papel per capita, es te de 246 kg per cápita año y en Chile es de alreddor 50 kg(19), y el uso de madera para construcciones es de 0,5 m3 por persona año y en Chile menor a 0,1 m3 per año (20); b) existe el derecho al libre acceso a los bosques (“prerrogativa al acceso común” ó “Allemansrätt”; 21, 22), a través de lo cual la población recolecta frutos silvestres y hongos (entre 30 y 15 millones de litros al año, respectivamente); c) existe un plan para reducir y cerrar sus centrales nucleares, las que serán reemplazadas por dendroenergía, entre otras alternativas, de acuerdo a la política energética sueca, en la actualidad poco mas del 20% de la energía industrial se genera con biomasa, la mayoría proveniente de desechos del bosque, en Chile el consumo industrial es muy bajo y solo se consume leña a nivel doméstico, sin embargo esto es significativo ya que alcanza un porcentaje similar a Suecia ya que cubre cerca del 20% de las necesidades energéticas de la población . Como contraste, en Chile, con una superficie de bosque per capita relativamente abundante y comparable con la de países forestalmente desarrollados, la población no tiene acceso libre a los bosques, no está integrada a éstos, y no hay ninguna política dendroenergética (22b), aunque Chile aceptó la obligación internacional voluntaria de reemplazar la energía fósil por energía renovable en la Convención de Cambio Climático (23). La excepción a esta realidad social, la constituyen casos particulares de empresas certificadas de acuerdo al FSC

En resumen, a pesar de haber 117 mil personas ocupadas en el sector forestal chileno (2,1% del total) los bosques no son parte de la vida cotidiana de los chilenos, y más aún una mayoría de la población está cada vez más desconectada de los bosques, en la medida que aumenta la concentración de la propiedad forestal, la migración rural-urbana, y el uso de materiales no madereros en la construcción.

REQUISITO 2: INSTITUCIONALIDAD, EDUCACION E INVESTIGACION FORESTAL

Institucionalidad

La CONAF, es y ha sido reconocida nacional e internacionalmente como órgano de importancia en materia forestal. Según Fernández (24), incluso comercialmente la CONAF es una marca que se ha ganado un lugar en el mundo forestal, cualquiera que hubiesen sido sus desaciertos en esta materia. La CONAF tiene como misión la conservación, protección, incremento, manejo y aprovechamiento de los recursos naturales renovables del país, y sus funciones principales son aplicar la legislación forestal, administrar y cuidar las Areas Protegidas del Estado, y controlar los incendios y plagas forestales. Sin embargo, en la actualidad se ve sobrepasada para cumplir estas funciones. El que sólo entre 5 y 25% de los bosques nativos intervenidos sean afectos a silvicultura o buen manejo (25, 26), es un reflejo de las deficiencias en fiscalización. En cuanto al SNASPE, aunque éste cubre un 19% del territorio nacional, éste no es suficientemente representativo de la diversidad de los ecosistemas chilenos y está muy lejos de cumplir la meta de conservar al menos un 10% de los ecosistemas significativos al año 2010 (22b; Lara et al. 31). En cuanto a los incendios forestales, su número y superficie afectada han aumentado en un 20% durante la última década, y ha habido dos incendios de gran envergadura que han dañado ecosistemas de alto valor (15.000 ha en el Parque Nacional Torres del Paine el 2005, 7.000 ha en el PN Tolhuaca en el 2002). El reciente informe de OCDE-CEPAL (17b) señala que en Chile hay un bajo nivel de actividad para hacer cumplir las normas ambientales, y particularmente en el caso de CONAF que la labor de hacer cumplir las normas de protección de la naturaleza en sí mismas parece ser el pariente pobre de las actividades centrales de desarrollo de la entidad.

La debilidad institucional forestal de Chile queda también de manifiesto al compararse esta con la de otros países templados de importancia forestal en el mundo. Evaluando los indicadores del Criterio 7 de la Declaracion de Santiago Sedjo el al. ( 17b) consideran que el marco legal, institucional y económico requerido para impulsar un desarrollo forestal sustentable esta bien desarrollado en todos los países evaluados (Canada, Estados Unidos, Francia, Alemania, Finlandia, Nueva Zelandia y Suecia) con excepción de Chile, donde es considerado moderado. Similar situación ocurre con la evaluacion de la habilidad del marco institucional para aplicar adecuadamente las políticas o leyes forestales. Adicionalmente, Chile es el único de estos países mencionados, que no ha generado o actualizado leyes forestales durante los últimos 15 años, con la finalidad de que estas promuevan un manejo forestal que resguarde la biodiversidad y otros servicios ecosistémicos, a pesar de que desde 1992 se discute la Ley de Recuperación y Manejo de los Bosques Nativos, sin que esta logre ser aprobada hasta la fecha, debido a la insistencia de ciertos sectores en mantener abierta la posibilidad de sustitución de las especies nativas por plantaciones de exóticas, cuestión que también es muy inconveniente para la imagen de un pais exportador de productos forestales como el nuestro .

Educación

En cuanto a la educación forestal, Chile muestra una gran desproporción entre el número de escuelas de ingeniería forestal con respecto a la superficie de bosques y la población del país. Mientras que en países desarrollados existe del orden de una escuela forestal por cada 4-10 millones de habitantes, en Chile existe aproximadamente una por cada 1,5 millones de habitantes (Cuadro 2). Similarmente, en Chile hay una escuela forestal por cada 1,5 millones de ha, mientras que esta relación en los otros países una escuela cada 7-13 millones de ha, con la excepción de Canadá donde la relación es de una escuela por 33 millones de ha. Como consecuencia, en Chile, según el Ministerio de Educación, de las universidades chilenas que imparten ingeniería forestal el año 2001 egresaron 111 personas y se titularon 274 (28). Aunque no hay estadísticas, la percepción generalizada es que hay una gran cantidad de ingenieros forestales que no están trabajando en el rubro forestal o que simplemente están desempleados, escenario difícil de cambiar mientras siga habiendo, entre otras variables, un exceso de carreras de ingeniería forestal, tanto en relación a su población como a la superficie de bosques. Por otra parte se da el absurdo que el país carece de escuelas de formación para obreros forestales especializados, para preparar motosierristas, operadores de maquinaria de cosecha, capataces en silvicultura,etc. La única escuela existente fue cerrada hace mas de 10 años, el Centro Nacional de Capacitación Forestal de Escuadrón , en Concepción. Hoy día las empresas forestales deben capacitar a su propio personal a través de sistemas privados. La pirámide de formación está invertida, es mas fácil encontrar un ingeniero forestal que un motosierrista capacitado y a pesar que hoy existen iniciativas de certificación laboral, no existen políticas al respecto por parte del Estado.

Investigación

Benedetti y Saavedra (29) señalan que la orientación actual del Estado es financiar investigación en la medida que ésta contribuya al desarrollo e innovación tecnológica para fomentar el crecimiento económico y social del país. La investigación se financia a partir de recursos concursables, colaboración de privados, investigación precompetitiva y competitiva, y debe asegurar la rentabilidad de negocios que se generen a partir de los resultados (29). A partir de esta filosofía la Corporación de Fomento (a través de los fondos FIA, FDI y FONTEC) hasta el ano 2003 había entregado 17.2 mil millones de pesos al sector forestal, es decir, un promedio de 2,87 mil millones anuales. Estos fondos han sido destinados principalmente a las áreas de Silvicultura e Industria y Tecnología, pero una mínima parte a bosques nativos (29). Adicionalmente, el aporte de la Comisión Nacional de Investigación, Ciencia y Tecnología (CONICYT) para la investigación de los bosques nativos, a través de FONDEF y FONDECYT, alcanza a menos de un 2% del monto total asignado a investigación (Cuadro 3), muy similar a la situación de principios de los años 90’s (29b).

El INFOR, la institución estatal a cargo de la investigación forestal por parte del Estado, debe competir por el financiamiento para la investigación al igual que cualquier otra institución. Es decir, el INFOR no puede responder, a través de la investigación, a las necesidades de investigación forestal del país, en primer lugar porque debe desgastarse en competir por los recursos, y en segundo lugar porque no posee importantes predios experimentales forestales donde sus profesionales puedan conducir investigación de largo plazo, como ocurre en países forestalmente desarrollados. A modo de ejemplo y contraste, en Estados Unidos de Norteamérica hay 61 estaciones forestales experimentales (30), en las cuales se desarrolla investigación de largo plazo que es publicada en revistas científicas de alto prestigio así como también a través de documentos técnicos y de investigación en la página web del Servicio Forestal (Forest Service).

En resumen, a pesar de que en Chile hay una institucionalidad vigente desde hace décadas, que podría ser capaz de hacer respetar la legislación y regulaciones forestales y conducir el desarrollo forestal del país, y la educación e investigación forestal ya tiene medio siglo, la institucionalidad es débil, la educación está desrregulada, y existe una pobre asignación presupuestaria para investigar los recursos forestales del país, todos factores que oscurecen el panorama actual y futuro del sector forestal chileno.

REQUISITO 3: LAS PLANTACIONES Y BOSQUES NATIVOS CONSERVAN LA BIODIVERSIDAD, PRODUCTIVIDAD Y SERVICIOS ECOSISTÉMICOS

Para que el desarrollo forestal sea sustentable, se requiere diseñar estrategias a través de las cuales los bosques sean diversos y provean la multiplicidad de bienes y servicios que la comunidad nacional e internacional demande de éstos (31). Para responder a esas demandas ha habido tradicionalmente dos aproximaciones (32): la de uso múltiple, en el cual cada bosque es usado simultáneamente para varios propósitos, y la de zonificación, en la cual distintos tipos de bosques son dedicados a distintas actividades (e.g., preservación vs. producción de madera). Una aproximación alternativa es la propuesta por Seymour y Hunter (33), en cuyo esquema incluyen tres tipos de bosques: 1, los bosques destinados a silvicultura de producción -principalmente plantaciones-; 2, bosques destinados a ser manejados bajo principios ecosistémicos (34), y 3, las reservas ecológicas. Aunque cada tipo de bosque tiene una función predominante distinta, éstos se manejan en un marco de conservación de la biodiversidad a nivel de región o de paisaje, de modo de conservar la biodiversidad local y asegurar que los bosques proveen la diversidad de bienes y servicios demandados por la sociedad y comunidades locales de un modo sostenible en el tiempo. De acuerdo a este modelo, con excepción de las reservas ecológicas destinadas principalmente a preservación, tanto las plantaciones como los bosques nativos deberían proveer tanto bienes como servicios a la comunidad. Esta aproximación es mas apropiada que las anteriores en el contexto actual en el cual la sociedad demanda un uso ambiental y socialmente responsable de todos los ecosistemas forestales. Considerando esa última aproximación, a continuación se analiza de qué manera las plantaciones y los bosques nativos están proveyendo bienes y servicios en relación a su potencial.

Las plantaciones forestales y el manejo de bosques coetáneos

Las plantaciones forestales se están convirtiendo en forma creciente en la principal fuente de provisión de madera y papel en el mundo (36; 37) y en Chile (8, 9). Mientras aumentan las plantaciones en el mundo, también aumentan las críticas y las defensas de este tipo de cultivos forestales.

Entre los aspectos negativos que se le atribuyen a las plantaciones está aquel de la pérdida de biodiversidad con respecto a aquella de bosques nativos, lo cual ha sido extensamente reportada en Chile (e.g., 38; 39; 40) como en otros bosques templados (e.g., 30; 31). Lo anterior obedece a que las plantaciones son monoespecíficas, de rotaciones cortas, y de especies exóticas, disminuyen la diversidad de especies autóctonas (43; 1), ya que debido al estado sucesional temprano (sensu 45) y al esquema con que se establecen (una especie, densas y regulares cuando el objetivo es producción de fibra), en ellas los niveles de transmisión de luz hacia el suelo y la diversidad estructural son menores que en bosques nativos (sensu 47). Sin embargo estas características pueden atenuarse a través de un buen manejo, que permita conservar con vegetación nativa las quebradas, hacer raleos tempranos que permitan aumentar la luz y la regeneración de especies nativas al interior de las plantaciones, aís como mantener maderas muertas y “árboles percha” al interior del bosque.

Otra crítica hacia las plantaciones es que éstas disminuyen la productividad de los suelos por la erosión asociadas a sus sistemas de cosecha y por la alta demanda de nutrientes del suelo, los que no se recuperan durante las rotaciones cortas con que son manejadas. Estas críticas sin embargo son válidas para cualquier cultivo forestal sometido al tipo de manejo y cosecha al que son sometidas las plantaciones en un clima lluvioso. Por otra parte es necesario reconocer que las plantacuones han tenido un importante efectos protector en los suelos erosionados por la agricultura en la cordillera de la costa, especialmente en la vertiente oriental de las regiones VII y VIIª. Con las talas rasas con las que se cosechan las plantaciones en Chile, las que a veces llegan a 300 o 400 ha, se generan cambios drásticos en el microclima, aceleramiento de los procesos erosivos y pérdida de nutrientes (sensu 48; 49), lo cual en el largo plazo disminuye la productividad del sitio. Por consiguiente, una primera medida destinada a que el manejo de plantaciones sea ecológicamente responsable es que las talas rasas se restrinjan a superficies pequeñas o razonables, con un máximo de 20 ha, o se reemplacen por otros métodos de menor impacto ambiental y estético, como ocurre en general en Europa y se demanda crecientemente en Estados Unidos (17b).

Durante las etapas de cosecha y regeneración se deberían tomar las siguientes medidas, muchas de las cuales son parte de las Prácticas de Buen Manejo (Best Management Practices) que se exigen en muchas regiones forestales del mundo: 1) planificar cuidadosamente los caminos y las vías de madereo, evitando cubrir amplias superficies, mas del 15% del área, en donde la erosión y la compactación del suelo son más críticas; 2) continuar con la política implementada por algunas empresas de eliminar las quemas controladas de modo de conservar los nutrientes acumulados en la biomasa y disminuir la erosión, así como de evitar la muerte directa de una gran cantidad de vida silvestre, la eliminación de sitios de nidificación, y los efectos negativos sobre el paisaje; 3) hacer uso de los conocimientos de manejo vegetacional integrado, es decir, el manejo de la vegetación competidora en función del logro de objetivos silviculturales usando una variedad de métodos que sean ambientalmente responsables y social y económicamente aceptables (50) ; 4) establecer un irrestricto respeto a la vegetación nativa existente en las quebradas, ya que ellas contienen una alta proporción de la biodiversidad existente en los bosques de nuestro país y; 5) realizar retenciones estructurales que permitan mantener los nichos mas importantes para la biodiversidad incluyendo los “árboles percha”, troncos huecos y bosquetes de vegetación nativa (sensu 34). 6) realizar plantaciones de baja densidad o realizar raleos tempranos que permitan la incorporación de otras especies al bosque o de la propia regeneración natural de especies nativas, que pueden acompañar al pino o eucaliptus mejorando notablemente sus condiciones ecológicas. 7) Disminuir el tamaño de las talas rasas o utilizar otras técnicas igualmente eficientes como talas en fajas o en claros, que permiten realizar cosechas eficientes y mantener un dosel de protección lateral 8) realizar nuevos diseños para la s plantaciones, siguiendo las curvas de nivel y evitando los bordes de las plantaciones rectas, que empobrecen el paisaje de las zonas turísticas del sur del país.

Un paso importante para el manejo sustentable ha sido la incorporación de cerca de 500 mil ha de bosques, en su gran mayoría plantaciones, al proceso de certificación FSC, que posee reconocimiento internacional y exigentes estándares sociales y ambientales. Desafortunadamente el Estado no ha asumido la certificación FSC como política oficial y ha promovido sellos locales, exigencias adecuadas desde el punto de vista social y ambiental y con escaso reconocimiento internacional, como es el caso del sello CERTFOR de Fundación Chile. .

Entre los beneficios ecológicos que se le reconocen la las plantaciones, uno de carácter indirecto es que éstas pueden reducir la presión sobre la cosecha de bosques nativos (55) y facilitar que más bosques nativos puedan ser destinados a preservación o manejados con horizontes a mas largo plazo (51). Si bien es cierto que en Chile ha disminuido notablemente el uso industrial de maderas nativas debido a la alta oferta de pino, la cual ha bajado la presión por las maderas nativas, se estima que por políticas erradas que autorizaban la sustitución, tras el establecimiento de plantaciones ha ocurrido una pérdida de más de 200.000 ha (52; 26), y la grave fragmentación de ecosistemas forestales nativos, siendo la situación más preocupante aquella de los bosques maulinos (53). Aunque las tasas más fuertes de sustitución de bosques ocurrieron en las décadas de los 70s y 80s, en los 90s aún se señalaba que entre un 3 y 6% de las plantaciones eran establecidas tras sustituciones de bosques nativos (17b).

El segundo beneficio, de carácter directo, tiene que ver con que las plantaciones pueden contribuir a la disminución del efecto invernadero por su capacidad de captura y almacenamiento de carbono atmosférico (e.g., protocolo de Kyoto -1; 54; 55). Este punto es especialmente relevante considerando que el incremento en la temperatura global de 1.5-4.5°C esperado para mediados del presente siglo generará migraciones de ecosistemas, pérdidas de biodiversidad, impactos en la producción de alimentos, y subidas en los niveles de los océanos (56; 57). Sin embargo, a nuestro juicio este rol de las plantaciones es relevante sólo si las plantaciones son establecidas y manejadas bajo las siguientes circunstancias:

a) Se permite que crezcan hacia un estado biológicamente mas maduro, período durante el cual hay una mayor captura de carbono debido a la acumulación de biomasa viva y muerta en el ecosistema (1; 47; 60);

b) Una buena parte de la madera de las plantaciones se destina a productos con una larga vida útil (30 a 100 años; 61), o a energía (e.g., leña) (59), que sustituye el uso de combustibles fósiles y se establecen políticas que fomenten el reciclaje de papeles y maderas.

c) Las plantaciones forestales incrementan la superficie cubierta de bosques en una región.

Estos requisitos son sólo parcialmente cumplidos por las plantaciones forestales en Chile, ya que estas se cosechan cuando jóvenes y cuando tienen aproximadamente sólo una tercera parte del máximo potencial de acumulación de carbono en el sistema, la mayor parte del carbono secuestrado por la plantación es rápidamente devuelto a la atmósfera (sensu 1) Es difícil revertir el hecho de que la mayoría de las plantaciones se destinen a celulosa y papel, pero sí se podrían extender las rotaciones, limitar o modificar las talas rasas extensas en zonas de alta pluviometría, y definitivamente impulsar las plantaciones en suelos degradados, en función de incrementar su aporte ambiental. La Ley N°19.561 (continuación del DL 701) ha sido un paso positivo por cuanto uno de sus énfasis es subsidiar plantaciones en suelos degradados. El mejoramiento de prácticas de establecimiento y manejo de plantaciones, sumado a la diversificación de especies, incluyendo especies nativas, permitiría que las plantaciones puedan contribuir significativamente al paisaje, a la biodiversidad, a la reducción del efecto invernadero, y a reducir la presión sobre los bosques nativos.

Los bosques nativos y su manejo ecosistémico

Los bosques nativos en general tienen un alto potencial para sustentar varias de las funciones de los ecosistemas forestales descritas por de Groot et al. (62): regulación, o mantención de los procesos ecológicos esenciales; provisión de habitat para el crecimiento y la reproducción de plantas y animales; producción de bienes, y; funciones de información tales como recreación y desarrollo cognitivo. Sin embargo, una de las funciones ecológicas más relevantes que se le ha asignado mundialmente a los bosques nativos es la conservación de la biodiversidad. Los bosques nativos chilenos han cobrado gran relevancia internacional desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad, ya que a) representan una porción importante de los escasos bosques templados del hemisferio sur, y de los bosques costeros templados lluviosos del mundo (64); b) poseen un gran endemismo de flora y fauna (65); c) el SNASPE es deficiente en cuanto a la conservación de los más importantes ecosistemas terrestres presentes en el país (66), y; d) continuan habiendo tasas importantes de deterioro o destrucción de éstos (2; 26; 53). Por tales motivos, Chile es considerado hoy como uno de los 25 puntos críticos (hotspots) en el mundo en cuanto a la conservación de la biodiversidad (67; 69).

Una reciente estrategia de conservación de la biodiversidad ha sido incrementar las áreas protegidas privadas (que en pocos años alcanzan cerca de las 700 mil ha). De acuerdo a Simonetti (70), aunque esta estrategia es un aporte, no parece ser viable, ya que la conservación de la biodiversidad debe plantearse como una estrategia orientada a la matriz forestal del país y no sólo hacia la creación de islas protegidas, las que normalmente son difíciles de mantener y si llegan a alcanzar tamaños considerables pueden convertirse en un obstáculo para el desarrollo social y económico de las regiones. En este sentido, el manejo forestal sustentable debe ser la estrategia fundamental y las áreas protegidas deben ser solo consideradas como un “complemento importante” (70).

En Chile otro servicio ecosistémico relevante que ha sido estudiado es el relativo a la capacidad de los bosques nativos de suministrar agua de calidad en abundancia y en forma relativamente regular durante todo el año, incluidos los períodos de verano (71; 31). Esto es contrastante con las plantaciones de especies de rápido crecimiento, las que al ser altamente demandantes de agua, pueden generar dramáticas reducciones de caudales durante los meses secos (71), así como cambios en los patrones de entrega de agua (31). Algunos estudios muestran pérdidas de producción de aguas, en cuencas plantadas con pino radiata de un 28% (39; 71). Estos resultados indican la urgencia de un manejo integrado de cuencas en el que el manejo de bosques no comprometa la producción de agua, especialmente en zonas con veranos secos.

El mal uso de los bosques nativos ha derivado en la degradación de éstos, con las consecuentes pérdidas asociadas en cuanto a servicios ecosistémicos y productividad de millones de hectáreas. Esto es particularmente lamentable en Chile, en donde la productividad de los bosques nativos es una de las más altas del mundo en bosques naturales (26; 38; 52), y la madera aserrada o para chapas de las especies principales tienen un valor entre tres y cinco veces superior a la de Pinus radiata (8), y la respuesta de estos bosques al manejo es positiva (e.g., diversos capítulos en 52; 76; 77). Respecto a este último punto, es necesario distinguir tres tipos de situaciones que deben enfrentarse de distinta forma para su manejo: los renovales y las plantaciones, los bosques adultos, y los bosques degradados. A continuación se analiza cada una de estas situaciones.

En resumen, existe el potencial y la necesidad de hacer silvicultura y buen manejo de los bosques nativos en Chile no sólo en función de conservar su biodiversidad y obtener mayores beneficios de los servicios ecosistémicos que proveen, sino que además porque se trata de bosques altamente productivos y valiosos que manejados harían una importante contribución social y económica al país.

CONCLUSIONES

A pesar de los avances producidos en el sector forestal chileno en los últimos 50 años, la aún débil institucionalidad forestal, la deuda social del sector forestal y las aún limitadas s iniciativas de manejo forestal sustentable, particularmente en sus bosques nativos, indican que el sector forestal de Chile aún no supera la etapa de Regulación (cuadro 2), es decir, aquella en que el país posee una multiplicidad de regulaciones forestales y ambientales y ha creado una gran cantidad de áreas silvestres protegidas, pero en que estas medidas no son suficientes para asegurar la conservación de la biodiversidad de sus ecosistemas, revertir el proceso de pérdida y degradación de bosques, ni tampoco fomentan un manejo eficiente y con perspectivas ecosistémicas de estos bosques. De hecho, al compararse con otros países de importancia forestal (Canada, EE.UU., Nueva Zelandia, Alemania, Francia, Suecia y Finlandia), Chile aparece como un país que sufriría en promedio los impactos más fuertes si se le aplicaran políticas de forestería sustentable reconocidas internacionalmente (17b).

El desafío forestal es que Chile avance hacia Etapa 3, y resguardar que el manejo forestal de los bosques nativos y las plantaciones también sea responsable ambiental y socialmente. A nuestro juicio sólo entonces sería legítimo reconocer o calificar a Chile (o a otros países) como País Forestal. El mejoramiento de la situación actual respecto al mal uso de los bosques, la superación de los problemas sociales que ha generado el crecimiento del sector forestal, y el necesario fortalecimiento institucional forestal que requiere Chile, dependen importantemente de que exista la voluntad política necesaria para catalizar los cambios requeridos.

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Cuadro 1. Descripción en cuatro etapas de la evolución forestal (adaptado de Kimmins, 1997).

Table 1. Description of the four stages of forest evolution (adapted from Kimmins, 1997).


Etapa

Nombre

Descripción

1

Explotación

Consiste en la explotación no regulada de bosque, que conduce con el tiempo a escasez de madera, leña, y otros bienes. Aquí no hay silvicultura ni manejo Forestal. La explotación de las maderas más valiosas y la quema de grandes superficies de bosques es la tónica común en esta etapa. La madera tiene escaso valor y el bosque es visto en general como un estorbo para el desarrollo de los países, particularmente para la ampliación de la frontera agrícola. La industria forestal es incipiente y rudimentaria, hay abundancia de leña y se extienden los planes de colonización agropecuaria.

2

Regulación

Se institucionalizan mecanismos políticos y legales, se establecen regulaciones para controlar la tasa y los patrones de explotación forestal, de modo de asegurar el abastecimiento futuro de productos forestales. Este es el inicio del Manejo Forestal, que incluye una aproximación administrativa, centralizada, basada en la legislación y la regulación. Aunque existe el conocimiento respecto a cómo responden los bosques al manejo, y de cómo los ecosistemas forestales funcionan, en los hechos las actividades forestales, particularmente en bosques nativos, no son ecológica y ni silviculturalmente sostenibles. En esta etapa normalmente se desarrolla una silvicultura simple, basada en plantaciones y en la viverización de unas pocas especies. Algunos individuos y autoridades adquieren mayor conciencia de los problemas ambientales generados por la devastación de los bosques, la erosión, la pérdida de biodiversidad y de los paisajes y como respuesta a estas necesidades se crean gran cantidad de áreas protegidas bajo administración del Estado, las que muchas veces no se desarrollan y cumplen sólo algunas de sus funciones.

3

Manejo Forestal Sustentable

Esta incluye un enfoque ecológico en la aplicación de la silvicultura y el manejo forestal, tanto de los bosques nativos como de las plantaciones. Si bien el principal objetivo sigue siendo el producir madera, esto se hace de modo ambientalmente correcto, y asegurando un abastecimiento sostenido de madera y otros bienes y servicios de los bosques. El reciente impulso a los procesos de certificación forestal a nivel mundial está orientado hacia este tipo de manejo (e.g., ISO 14001, el sistema Pan Europeo (PEFC), y el Forest Stewardship Council (FSC)).

4

Forestería Social

En esta etapa la conexión entre los intereses societales y de comunidades locales con las actividades forestales es fuerte, y las decisiones respecto al uso de los bosques son conjuntas y consensuadas con los propietarios de éstos. El rol del Estado es menor y los bosques cumplen sus funciones sociales y ambientales sin necesidad de presiones de mercado o de tipo legal. Además, los bosques son parte de la cultura y de los derechos colectivos.


Cuadro 2. Relaciones entre número de escuelas forestales, población (millones) y superficie de bosques (millones de ha) en algunos países con importante actividad forestal en el mundo.

Table 2. Relationships between number of foret schools, population (millions) and forest cover (millions of ha) in selected countries with an important forest activity in the world.

País

Poblacióna

(1)

Superficie Forestala

(2)

N° Escuelas Forestalesb (3)

Superficie forestal per cápita (1):(2)

Personas vs. Escuelas Forestales (1):(3)

Superficie de bosques vs. Escuelas Forestales (2):(3)

Chile

15

15

10

1,0

1.5

1.5

EE.UU.

267

212

24

0,79

11.1

9.09

Suecia

9

24

2

2,66

4.55

12.5

Finlandia

5

20

2

4,00

2.50

10.0

Canadá

30

244

7

8,13

4.35

33.3

Nueva Zelanda

4

8

1

2,0

4.00

7.69

a: 27

b: Diversas fuentes en Internet.


Cuadro 3. Asignación de dinero entre los años 2001 y 2004 para investigación a través de los programas FONDEF y FONDECYT Regular de CONICYT (en proyectos FONDECYT valores corresponden a aporte del año en el caso de Total y de tres años en el caso de Investigación Forestal y en Bosques Nativos; en el caso de proyectos FONDEF valores corresponden a aportes para el total del proyecto, generalmente tres años).

Table 3. Money allocation from years 2001 through 2004 for forest research through the FONDEF and FONDECYT of CONICYT (in FONDECYT projects values correspond to annual budgets for the total, and three-year budgets in the cases of Forest Research and in Native Forests; in the case of FONDEF projects values correspond to budgets for the entire projects, generally three years).

Fondo

Total (Miles $)

Investigación

Forestal

(Miles $)

Investigación en Bosques Nativos (miles $)

Porcentaje Forestal vs. Total

Porcentaje Bosque nativo vs. Total

Fondecyt 2001

6.192.223

16.862

10.484

0.82

0.51

Fondecyt 2002

6.509.927

43.169

43.169

1.99

1.99

Fondecyt 2003

6.928.160

50.573

43.119

2.20

1.87

FONDEF 2001

10.190.103

628.122

150.000

6.16

1.47

FONDEF 2002

11.306.000

1.443.000

150.000

12.76

1.33

FONDEF 2003

12.524.000

1.090.000

260.000

8.70

2.08

FONDEF 2004

11.800.000

388.000

0

3.30

0


Tabla 4. Crecimiento volumétrico de distintos tipos de bosques en Chile y en el mundo.

Table 4. Volume growth of different forests in Chile and the World.

Tipo Bosque

Crecimiento Medio

Crecimiento Corriente

Fuente


m3/ha/año

Edad

m3/ha/año

Edad


Plantación Roble

5,1-12,5

12-14



80

Plantación Raulí

4,8-13,1

10-34



80

Plantación Coihue

9,0-20,5

9-18



80

Plantación Raulí

15,0-17,1

21

28-35

21

77

Renovales Raulí

4,2-16,0

30-50



89

Renoval Roble

9,1

30

17,9

25-32

90; 76

Renovales Coihue

6-9

20-27

18-22

20-27

79

Pinus radiata, VIII Región, Chile

34,9-24,6

25

20,5-8,1, según sitio

25

91

Eucalipto, Chile

20-45

8-16



94, 95

Boreal, Finlandia

1,7-4,6

80-120



82

Pinus taeda EEUU

12

25



93

*s.i.: sin información

**: de un valor de 15 Ton/ha/año y densidad de 1,67 m3 por Ton.